Día del Señor 2:
Catecismo Hispano 2025 – Para el Reino de Cristo
El Día del Señor 2 de nuestro Catecismo Hispano – Para el Reino de Cristo nos confronta con una verdad incómoda pero necesaria: la miseria humana. Esta no es una idea pesimista, sino el primer paso hacia la verdadera esperanza. “¿Cómo conoces tu miseria?”, pregunta el catecismo, y responde con claridad: por la Palabra-Ley de Dios. Y al conocer nuestra miseria, comenzamos a comprender nuestra necesidad de redención.
En la crianza de los hijos, esto nos recuerda que educar no es simplemente formar buenos ciudadanos o jóvenes moralistas. Es pastorear sus almas y corazones con una conciencia clara del estado de su corazón delante de Dios. No basta con imponer normas externas; debemos discipular su entendimiento desde la Ley santa que revela la justicia de Dios y su propia incapacidad de cumplirla. Esto no para desesperarlos, sino para conducirlos al Redentor todo el tiempo.
El segundo nivel de enseñanza es el resumen de la Ley: amar a Dios con todo y al prójimo como a uno mismo. Este amor no es sentimentalismo, sino devoción obediente que abarca todas las esferas de la vida. Sin embargo, debemos enseñarles también que por naturaleza no pueden amar así —ni a Dios ni al prójimo— sin la gracia regeneradora del Espíritu Santo. Esto pone a nuestros hijos en el camino correcto: no hacia el orgullo, sino hacia la dependencia en todo el tiempo de Cristo.
Así, el hogar pactual se convierte en una escuela de humildad y gracia. Ustedes, padres, no están llamados a criar niños “buenos”, sino hijos que dependen de la fe y de la Palabra-Ley de Dios para vivir en gratitud: “Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra…”. Hijos que sepan que fueron creados por un Dios santo, que están caídos, pero que también, como el Credo de Calcedonia enseña, tienen al Redentor de Gloria que se hizo semejante a ellos en todo, excepto en el pecado.
Por tanto, no teman hablar del pecado con claridad, ni de la ira de Dios con fidelidad (Efesios 2:3), pero háganlo siempre para mostrar la grandeza de Su amor en Cristo para con nosotros. La crianza pactual no ignora la miseria, sino que la expone con ternura y la confronta con la promesa segura del Evangelio y del Reino de Cristo.
En el Reino de Cristo, educamos no solo la conducta, sino el corazón, la conciencia y la esperanza. Desde pequeños, nuestros hijos deben saber que necesitan más que buena educación: necesitan salvación y una vida en Dominio bajo Cristo.